Badiraguato tiene la fama de ser “cuna de narcotraficantes”. Allí nació Joaquín Guzmán Loera. Badiraguato no es un lugar de gente mala ni de gente buena, pero sí es un lugar marcado por el cultivo, la producción y el comercio ilegal de amapola y marihuana, y por la violencia producto de dicho mercado. Sobre esto el antropólogo Claudio Lomnitz nos dice en el prólogo de este libro:
…la representación de Badiraguato rápidamente se vuelca al ámbito de la moral. ¿Qué significa vivir en un espacio donde un componente indispensable de la economía —la producción de goma de heroína-es ilegal? ¿Cuáles son sus implicaciones para la comunicación humana en la región? ¿Cómo se vive con las violencias que proliferan ahí? ¿Cómo afecta la ilegalidad a las relaciones de propiedad? ¿A la política local? ¿A las relaciones de género?
La autora, la antropóloga francesa Adèle Blazquez cuenta que “amaneció un muerto” es la expresión que usan los pobladores de Badiraguato cuando se enteran de que han matado a algún vecino durante la noche. A lo que ella apunta: “Quien dice ‘amaneció un muerto’ no es ni la víctima ni el perpetrador. Quien lo dice vive el día siguiente, sobrevive y comparte las malas noticias: cuando despuntaba el día esta mañana, otra persona había sido privada de la vida durante la noche”.
Este libro es, de tal modo, una muy completa exploración de lo que es cotidiano para personas en situaciones de precariedad, que procuran vivir, mal que bien, en un contexto de violencia armada y de capitalismo depredador.
